WILDE ENCADENADO es una novela de intriga basada en hechos reales. Estamos en enero de 1882, cuando ÓSCAR WILDE visita Norteamérica para pronunciar una serie de conferencias en las que explicará qué es el esteticismo. En Nueva York es TIMADO. Hasta ahí, todo cierto, aunque poco conocido.
En Wilde Encadenado se cuenta esto y todo lo que pudo ocurrir. O no
Lee el prólogo de LUIS ANTONIO DE VILLENA
PRÓLOGO del escritor LUIS ANTONIO DE VILLENA para WILDE ENCADENADO
ÓSCAR WILDE EN NUEVA YORK
LUIS ANTONIO DE VILLENA
Óscar no era todavía la descomunal leyenda que es hoy, pero ya era una leyenda y a él le gustaba cultivarla. Hablamos de un Wilde joven (nació en Dublín en 1854) y que había publicado un muy primoroso, aunque no en exceso novedoso, libro de poemas. Si bien el esteticismo inglés lo inventaron Ruskin, Walter Pater -que fue profesor en Oxford de Wilde- y lo siguieron poetas como Swimburne o el también pintor prerrafaelita y decadente Dante Gabriel Rossetti, fue Óscar Wilde quien lo convirtió en una tarea de propaganda personal y en objeto de divulgación. El Wilde que se paseaba con un girasol en la mano, y que lucía “el traje estético” (aspiraba a que hombres y mujeres vistieran de otra manera) incluyendo hebillas plateadas en los zapatos de charol… Es decir, Óscar Wilde llegó al festival esteticista de los últimos pero se convirtió (al poner su persona al servicio de la causa) en prácticamente el primero…
En ese tiempo dos muy famosos libretistas y compositores, Gilbert & Sullivan, estrenaron una opereta cómica o bufa que pretendía mofarse del esteticismo, tan de exquisita moda. La obra se llama “Patience”, y con su personaje Bunthorne no quisieron caricaturizar a Wilde, sino a todo lo que un crítico llamó los “Fleshly poets” es decir “los poetas carnales”, inmorales, desde el esteticismo, dudosos… “Patience” se estrenó en Londres en abril de 1881, tuvo tal éxito que los empresarios tuvieron que llevarla a un teatro más grande, el Savoy. En esos momentos Wilde vivía su llamativo momento de esteta arquetípico, con su cabello largo, sus chaquetas de terciopelo y el amaneramiento de sus flores. Por ese motivo (y por la propaganda llamativa que el personaje generaba) nadie dudó en Londres de que el protagonista de “Patience”, caricaturizado, era Óscar Wilde. Llamar la atención a nuestro Óscar nunca le había importado. El éxito de la opereta, al ponerle nombre y apellido, se incrementó aún más.
«Todo esto (y las muchas anécdotas americanas de Wilde, como su desdén por las cataratas del Niágara) es necesario tenerlo como telón de fondo para entender y gozar la novela de nuestro amigo José Carlos Bermejo, “Wilde encadenado” que es esencialmente ficción, y buena y muy amena ficción, sobre este Wilde americano y neoyorquino…«
Curiosamente en el verano de 1881 –Wilde tenía 26 años– recibió la propuesta generosa de estar casi un año en Estados Unidos (y algo en Canadá) dando conferencias sobre “El Renacimiento inglés del Arte”, título de uno de los textos. Óscar aceptó encantado –era fama y dinero– y partiría a Nueva York, escala principal pero no única, en diciembre. Todo se le presentó como algo muy serio, expandir y explicar el esteticismo inglés en los algo palurdos EEUU, que Wilde, desdeñoso, denominó “Yanquilandia”. Pero ¿sabía nuestro Óscar lo que había detrás de esa seriedad más o menos académica? El empresario de “Patience”, llamado Richard d’Oyly Carte, se dio cuenta del negocio. “Patience” se estrenaría en Nueva York al año siguiente, pero para que los yanquis pudieran entender y disfrutar de la obra (para su éxito) necesitaban saber en vivo, lo que era el esteticismo inglés. ¿Qué mejor que enviarlos al supuesto protagonista, Óscar Wilde, que –cubierto publicitariamente– no dejaría de hacer charlas, números y actuaciones Pero es seguro que esta jugada comercial, bien pensada y astuta, del señor d’Oyly Carte, Wilde la ignoró por completó de entrada.
Y el “show” esperado funcionó, Wilde no dejó de decir excentricidades y brillanteces, hasta el punto de alargar no poco el tiempo de permanencia americano. Óscar partió de Inglaterra el 24 de diciembre de 1881 y no regresó –y con pingües ganancias, que pronto dilapidó– hasta el 27 de diciembre de 1882. Todo salió bien para Óscar y todo salió bien para el empresario que, muy arteramente, lo engañó.
Todo esto (y las muchas anécdotas americanas de Wilde, como su desdén por las cataratas del Niágara) es necesario tenerlo como telón de fondo para entender y gozar la novela de nuestro amigo José Carlos Bermejo, “Wilde encadenado” que es esencialmente ficción, y buena y muy amena ficción, sobre este Wilde americano y neoyorquino y con el eco noble de una famosa tragedia atribuida a Esquilo (aunque actualmente se piensa que es de un escritor posterior) llamada “Prometeo encadenado”.
José Carlos Bermejo ficcionaliza muy bien al Wilde americano, dejándonos presente siempre que estamos ante una novela y lo que es más una novela de intriga. Baste un párrafo para entender el tono (de un admirador de Wilde) que no la peripecia: “¿Óscar Wilde? Por supuesto, ¿quién no conoce a Óscar Wilde? Estuve en el Chikering Hall –uno de los lugares de las conferencias de Óscar– escuchando su fantástica conferencia. ¡Qué deslumbrante joven! ¡Y qué osado! Solo por ver cómo viste merece la pena conocerlo. ¿Y cómo has conseguido que venga? No dejarás de sorprenderme nunca.”
Disfrutemos de Wilde y de sus embrollos neoyorquinos en una muy singular y atractiva novela. Gracias a José Carlos Bermejo.
Luis Antonio de Villena
Madrid, Enero. 2018.
Hola, compré su libro en la Feria de Valladolid y debo decirle que, ya lo he terminado y me ha encantado. Quizá hasta el inicio de la segunda parte, entiendo que es la preparación de la historia, se hace un poco… no sé cómo explicarlo, no es lenta la palabra, quizá esperas otra cosa. Pero es indudable que todo tiene una explicación y que me han atrapado los personajes, todos, de una manera u otra. Hacía tiempo que no leía una novela tan contundente y a la vez tan ‘sencilla’, no se ofenda porque la sencillez está minusvalorarla en nuestros tiempos. Gracias y espero que haya continuación, esto no puede quedar así!
un abrazo fuerte.
Brillante narración. Wilde era uno de mis escritores favoritos, hoy se confirma. Su novela revela muchas de sus facetas. Un saludo cordial