Morrissey escribió una (de tantas) canciones brillantes. Titulada «Interesting Drug» (les dejo el vídeo más abajo y les recomiendo escucharla mientras leen mis palabras 😀
Las primeras estrofas, literalmente dicen: «Hay gente mala en ascenso«. También podríamos decir en «progreso». Ese progreso que la izquierda y la ultraizquierda nos dicen que nos traen, como paradigma identitario.
Todos sabemos, incluso los más ‘atontaos’ (pero con sentido común), que no es así. Solo por darle coba a una supuesta ideología que siempre ha demostrado en la Historia que hace aguas. Dame gambas y te monto un sindicato subvencionado con tus impuestos. Por el bien común. Dame, dame, dame. Subo impuestos, aprieto al trabajador y creo que genero riqueza. Esa es la postura de la izquierda: una mierda.
Es para mí, en este momento, más que curioso que hace tantos años (cerca del inicio de la década de los 90 del siglo pasado), esa canción dijera:
«Hay gente mala en ascenso / Están salvando sus propios pellejos / Arruinando las vidas de otros».
O
«Joven pareja casada endeudada / ¿Alguna vez te sentiste estafado? / En un plan gubernamental / Diseñado para matar tu sueño».
¿Qué ha cambiado en este transcurrir del tiempo?
NADA.
Sí, a peor.
Ahora, los jóvenes y no tan jóvenes, hacen ‘coliving’ porque no pueden vivir solos -no les da el dinerito-; o hacen ‘coworking’, porque no pueden arrendar una oficina. Además, si son capaces de alquilarla -también y más tu hogar, tu casa-, puede que lleguen y te la ‘okupen’ y, además debas pagar los suministros, el IBI y su putamadre.
Mi consejo, si no tienes entrañas, hazte sindicalista o concejal, incluso socialista o de podemos; de vox o del pp. Da igual. Todos son versiones degradadas de un espejo oblicuo.
Eso sí, si te haces de la «podemia» o de los «sumares»: dúchate. No sé si el planeta soportará el gasto de agua, pero mi pituitaria, sí.
Yo no lo haré, tengo entrañas.
También te puedes acostar con el «Torrente» de turno del partido. A alguna le han puesto un piso y le han dado un puesto en una empresa pública. Por supuesto, no es necesario ir a trabajar. Incluso, te puedes aprovechar de que tu marido es presidente y que te den una cátedra sin haber superado un mal bachillerato.
O ser hermanísimo y tocar el piano. Da igual dónde, pero cobrando del erario público.Las posibilidades son múltiples, aunque eso sí, todo pasa por el partido político; que también pagas tú.
Aquí, en España, los planes y programas gubernamentales (de Sánchez) prometen ayudar a la gente pero en realidad, los atrapan en deudas y les impiden ‘progresar’. A día de hoy -será peor mañana-, cada español debe 40.000 euros. 1.6 billones de deuda del Estado, que dicen «somos todes».
La canción de Morrissey prorrumpe con un: «Oh, mamá, oh, papá / Una vez pobre, siempre pobre».
Como se les acabó el rollo de la lucha de clases, se inventaron otro rollo, el woke. La cuestión es tenernos enfrentados, buenos y malos, taurinos-antitaurinos, hombres-mujeres, viejos-jóvenes, enfrentamiento hasta el hartazgo.
Hasta un tontolaba izquierdista (díganme cuantos cruzaban y para dónde el Muro de Berlín), sabe que existe una desesperanza generacional. El sistema está estructurado para mantener a la gente en su lugar. Los políticos y sus leyes (o decretos) para mantener sus salarios que cobran del esfuerzo de la clase trabajadora, esa que la izquierda ha abandonado. No, lo de subir el salario mínimo interprofesional no es estar con el currito y la currita. Mira la inflación y me dices.
A la izquierda nunca le interesó la clase trabajadora más que para conseguir su voto. Ese voto del que dependen. Y si los trabajadores prosperan y dejan de serlo, lo mismo se pasan a opciones liberales y ya no los votan. Conclusión: los partidos de izquierda necesitan crear pobres, y mantenerlos así. Como se les acabó el rollo de la lucha de clases, se inventaron otro rollo, el woke. La cuestión es tenernos enfrentados, buenos y malos, taurinos-antitaurinos, hombres-mujeres, viejos-jóvenes, enfrentamiento hasta el hartazgo.
Mi consejo, si no tienes entrañas, hazte sindicalista o concejal, incluso socialista o de podemos; de vox o del pp. Da igual. Todos son versiones degradadas de un espejo oblicuo. Yo no lo haré, tengo entrañas.
Eso sí, si te haces de la «podemia» o de los «sumares»: dúchate. No sé si el planeta soportará el gasto de agua, pero mi pituitaria, sí.
También te puedes acostar con el «Torrente» de turno del partido. A alguna le han puesto un piso y le han dado un puesto en una empresa pública. Por supuesto, no es necesario ir a trabajar. Incluso, te puedes aprovechar de que tu marido es presidente y que te den una cátedra sin haber superado un mal bachillerato. O ser hermanísimo y tocar el piano. Da igual dónde, pero cobrando del erario público.
Las posibilidades son múltiples, aunque eso sí, todo pasa por el partido político; que también pagas tú.
Y aquí, la canción:
Mesconjono, cuánta razón
Genial y acertado como siempre, un poco áspero pero…
Gracias, Maite, es un place tu lectura y tu comentario. Áspero es el panorama que tenemos. Abrazos.