Una experiencia en primera persona en las Ferias del Libro
Las Ferias del Libro son el lugar de encuentro más importante entre escritores y lectores. Hoy es, formalmente, el Día del Libro y, aunque no me gusta en exceso eso del Día de… en este caso hago una excepción por amor… por amor a los libros.
Aquí algunos de los libros que tengo dedicados de puño y letra por sus autores. «Tonto, muerto, bastardo e invisible», de Juan José Millás (este me lo regaló mi querida hermana Mª Ángeles), «El olvido está lleno de memoria», de Mario Benedetti y «Dorados días de sol y noche» de mi prologuista preferido, el gran escritor y mejor poeta Luis Antonio de Villena.
Para mi, lector convulsivo hace décadas, ahora no tanto por mor de las obligaciones y porque escribo más que leo (me refiero a novelas), las Ferias del Libro contenían -y contienen- un poder de atracción que solo entiende quien vive una pasión, sea de la índole que sea. De más jovencito sentía vergüenza y pudor al acercarme a las casetas y comprar un libro y que me lo firmaran. Siempre quise ser escritor, desde que tengo conciencia y recuerdo, cuando agarraba la máquina de escribir de mi hermana y fabulaba ametrallando las teclas. En aquel tiempo, he de reconocer que nunca pensé que algún día estaría en el lado opuesto, firmando yo mis libros, pero sucedió y la verdad es que la experiencia allí donde estuve fue siempre reconfortante y alentadora.
La experiencia en las Ferias del Libro
¿Por qué los lectores quieren que les firmes y les dediques tus libros y novelas?
Nunca olvidaré el primer libro que firmé, en estos días ya hace dos años. Era un lector de los que llamo irredento, me dijo que tenía 2000 ejemplares en su casa, una extensa biblioteca donde ahora también reposa mi Wilde Encadenado.
Ahora bien, la experiencia de estar detrás del mostrador me ha llevado a catalogar, si se me permite y dicho sea con todo el respeto, una variedad de lectores que busca tu firma por varios motivos diferentes.
- Unos porque parece que encuentran no solo el placer de la lectura, si no también la necesidad de poseer el libro firmado por el autor, en una suerte de valor añadido que le dan a su pequeña inversión. Como si fuera un objeto que se revalorizara por el hecho de tener unas palabras escritas y dedicadas y, desde ese momento y mirando al futuro, tendrá un mayor valor económico.
- Otros y otras, lectores y lectoras curiosas, que te escuchan, ojean la contraportada y se sienten atraídos por la narrativa que allí se contiene.
- Y otros, los menos en mi caso porque no soy un escritor que aparezca en los medios ni tenga el respaldo de un gran grupo editorial y, por lo tanto, soy poco conocido, pero que aún así, me conocen y se acercan a la caseta buscando mis escritos.
«Creo que en todos los casos, hay una mirada de AMOR por el libro, por descubrir nuevas historias y disfrutarlas en soledad o en compañía. Si alguna vez les ha gustado un texto, del tipo que sea, léanlo en voz alta, junto a su persona amada o junto a unos amigos. Yo lo he hecho y la experiencia es realmente curiosa. Se despiertan nuevas formas de entender ese texto, la declinación de la voz del narrador se une a la del que está leyendo. Las sorpresas, los giros narrativos, todo cobra un nuevo sentido».
Sea como fuere, el libro dedicado es una ‘cosa’ extraña. Imagina que cualquier actividad de tu trabajo mereciera que fuera firmada, rubricada, con fecha y firma; y con un conjunto de frases inteligentes que den vida a la historia que está por llegar al pasar las páginas.
El libro tiene un valor diferente al resto de productos culturales, y así se demuestra, como una actividad laboral que sobrepasa lo normal y que es excepcional. Personalmente, creo que no hay para tanto. Si bien es cierto que hay libros que ayudan a ver la vida de otra manera, que despiertan mentes aletargadas; otros que simplemente distraen; otros que, incluso, parecen salvar vidas: Literatura (y también la música) tienen ese poder extraordinario. Y la VIDA es mejor cuando ambas están a tu lado. Sin duda.