Divagando sobre eso de escribir
Para un escritor, en su profesión, solo hay un principio y ningún final. Así lo veo.
Todo fluye, o debe fluir, como si la vida fuera, eso, el reloj que marca las horas, los minutos y sus segundos. Sin el complejo del «eterno retorno» niestzseano.
Siempre pa´lante.
En alguna ocasión lo he dicho, creo que tengo un TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) en eso de escribir, una necesidad que nunca se sacia, me corren muy fácil las ideas, las historias, los paisajes y las palabras en el cerebro, y mientras las yemas de los dedos se mantengan, creo que voy a estar a la par, seguiré haciéndolo -escribir- hasta que la muerte me lleve, tenga los ojos que tenga.
Tampoco sé si le interesará a más o menos gente lo que tengo que decir. Ayer mismo me llegaba un mensaje a través del canal de YouTube de actuallynotes.com (el magazine cultural que creé en 2007 y que viaja por la Red acumulando miles de visitas diarias) en el que se me elogiaba. Ocurre de cuando en cuando.
Y, efectivamente, es elogioso. Principalmente porque es una persona a la que no conozco, personalmente, y no tiene necesidad de decir eso, ni apuntar otras circunstancias.
Y uno se siente feliz. Y agradecido.
Y le ayuda a seguir.
Aunque no haga falta porque, ya digo, tengo un TOC.
Pero, claro: uno escribe para que le lean. Por suerte en mi trabajo, el que paga la mayor parte de las facturas, me leen, pero como un «negro» -en el sentido literario, of course-. Llevo cientos de años siendo un negro, aunque no me importa demasiado. Sigo haciendo trabajos muy interesantes, como estas entrevistas. Con el ánimo de que sean útiles y sirvan. Eso es, finalmente, lo que da sentido a todo este pequeño disparate que es mi TOC-TOC. Sentirse útil.
Aún con todo, como digo, me siento feliz y un privilegiado porque he conseguido hacer de mi particular Tic-Toc (ya ves, cada vez lo llamo de una manera :D) una forma de vida saludable.
Más allá de que la venta de mis libros sean altas, bajas, más o menos efímeras o sujetas al albur de las Ferias literarias. Si lo pienso bien, y en conciencia, todo eso es secundario. Lo fundamental se encuentra en el hálito que deja un TEXTO BIEN ESCRITO, que me hace suspirar con relajo.
Si quieres escribir, lee poesía. Está armada con la argamasa con la que se componen las formas geométricas, esas que ayudan en el propósito. (… ) A los jóvenes, además de enseñarles a hacer derivadas deberían enseñarles escribir poesía…
Es lo más parecido a meter un GOL, a subir a la cumbre más alta, a sortear las olas más pendencieras. Solo escribir esto ya supone un culmen que espero que entiendan, en su magnificencia. La suerte es tener salud para redondear palabras, para describir hechos, sentimientos, soledades, alegrías, y tantas y tantas ‘cosas’.
Si nunca has escrito, te pido que lo hagas. Es una experiencia que sobrepasa caminos, rutas inexploradas en ese cerebro esponjoso que todos tenemos para dar forma a los sentidos. Hazlo, de lo contrario, me enfadaré 😛
Y, ahora, para concluir un poema del gran Cesare Pavese. Si quieres escribir, lee poesía. Poesía buena. Está armada con la argamasa con la que se componen las formas geométricas, esas que ayudan en el propósito. Nada que envidiar a las matemáticas. A los jóvenes, además de enseñarles a hacer derivadas deberían enseñarles escribir poesía… Pavese, un gran tipo poco conocido. Sintió que la vida no le quería y eso que ganaba los premios literarios más reputados. ¡Qué pena! Ya, cuando le vea, le diré…
P.d: La foto que ilustra esta reflexión es de Salvador Pumares, un gran fotógrafo, además de amigo en la adolescencia alicantina que tuve la suerte de vivir. Creo que yo tenía 17 años. Lucía mejor, aunque escribía bastante peor 😀