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Así (me) fue la Feria del Libro

Feria del libro 2022

En alguna ocasión he contado lo acontecido cuando he visitado las Ferias del Libro. Segovia, Alicante, Pozuelo, Tres Cantos… desde 2018 ando de peregrinación si todas las circunstancias lo permiten.

Sin duda, las Ferias son el lugar prominente que dan sentido a la vida (y obra) de un escritor. Es el epicentro donde el silencio y la soledad de la escritura se torna para remezclar un nuevo tiempo, con el alboroto del público diverso.

Siempre surgen anécdotas, hablas de literatura con los visitantes/lectores y te llevas más de una sorpresa. No sabes quién va a cruzar por delante de la caseta en el instante siguiente. Eso sí que es un thriller.

Este año lo he vuelto a sentir, en Valladolid, una vez más en la mejor compañía con Lucía, Marian y -al frente-, Eva, de Librería Moiras. Estar junto a ellas es todo un lujo para mí.

Calor, abren las piscinas, más calor,
la economía por los suelos… Pero hay esperanza

Lo cierto es que si vuelvo a las Ferias con Wilde Encadenado es porque, de todo lo que he escrito y publicado, es la novela que más lectores y alegrías acumula… Hasta ahora.

Óscar Wilde, Luis Antonio de Villena en el prólogo magnífico, ser una novela de intriga, hablar de encontrar el sentido de la vida, del feminismo auténtico de comienzos del XIX (sí, el que promulgaba igualdad y no venganza, y a quien no le guste esta reflexión, estaría encantado en discutirla); y de hacer de la VIDA una obra de Arte. Todo ello suma una buena conjunción.

Espero que para los nuevos lectores se colme al leer la novela completa. Hace unos días, la abrí por una página al azar, comencé a leer y no pude dejar de hacerlo 😀

Pero volviendo al tema que da sentido a este epígrafe, he de convenir que la situación económica -como todos sabemos- es delicada y hay ‘productos’, como los libros que pueden ser prescindibles. Aún así, entre líneas entendí que existe una esperanza para los que nos dedicamos a esto porque, contra lo que se dice habitualmente como un mantra: hay personas que encuentran gozo leyendo libros. Eso de que «nadie lee» es como la «eterna crisis del teatro». 

Me quedo con los lectores que conocí, con quien entablé una agradable conversación y que me volvieron a hacer sentir escritor, aunque suene pedante. Mari Carmen, Lilian, David, un matrimonio a quien su hijo regaló «el Wilde encadenado»…

De un lado,  me sorprendió ver a muchos grupos de chicas jóvenes en busca de los libros que les gusta leer (generalmente, novela romántica o fantástica), si bien, apenas veías a personas con las bolsas que te regalaban en la Feria al hacer tus compras. Eso significaba pocas ventas.

Y para más inri, era viernes, de apertura de piscinas y segundo fin de semana de Feria -que quien ya ha ido, no encuentra necesidad en volver-. Mi ritmo calculado de firmas oscila entre los diez o doce minutos. No es vanagloria, es una realidad contabilizable. Ayer el ritmo fue distinto. Calor: más calor, crisis económica… Pero me quedo con los lectores que conocí, con quien entablé una agradable conversación y que me volvieron a hacer sentir escritor aunque suene pedante, al interesarse por la historia que se contiene en la novela.

Y más calor…

Llegué a ver 36 grados centígrados. Eran las dos del mediodía, cuando terminábamos la mañana de firmas. Hasta las 17:30 no se volvía a abrir la caseta. A esa hora el centro urbano de Valladolid mostraba el paisaje de un erial. Apenas había gente en las terrazas o deambulando, más allá de turistas que sus maletas delataban o esas conversaciones que hacían del escenario una pequeña torre de Babel. Me quedaban tres horas y media de espera. Volvía la soledad del escritor, esa que tarda en desaparecer aunque quieras.

Creo que esta novela, Wilde Encadenado, está envejeciendo mejor que yo. Ya, ya sé que no es decir mucho… pero es lo suficiente como para animarte a hacer el petate, recorrer 400 kilómetros -en este caso ida y vuelta a Valladolid- y representarla para seguir dándole la vida que merece. Cuando llegué a casa, ya al filo de la medianoche, el cansancio tenía su sentido y sus explicaciones suficientes.

Feria del Libro Valladolid 2022. Wilde Encadenado.
Gracias, amigos lectores.

 

Asi fue la Feria del Libro 2022. Feria del Libro Valladolid 2022. Wilde Encadenado.
Los rayos del sol nos iluminaron, también.

Invitado a un club de lectura

También me sorprendió un grupo de cinco mujeres, cuatro adolescentes y una chica joven, así de mi edad :D, que pararon frente a la caseta ferial… Una de las jóvenes conocía y admiraba a Luis Antonio de Villena. Me explicaron que tenían un club de lectura y que les encantaría tenerme un día entre ellas. Les dije que vivía en Madrid… «Por supuesto, le pagaríamos el viaje», me dijeron.  ¿Un club de lectura? ¡Genial! Espero su llamada.

La señora a quien no gustaba Óscar Wilde

Me hizo poca gracia una señora que no tuvo el menor reparo en desacralizar a ¡Óscar Wilde!

«Creo que ese señor solo escribía para pasar a la Historia», me dijo.

¿Quién admitiría tamaña afrenta sin respuesta? Yo, no, por supuesto.

«Mire, señora -le dije-. Óscar Wilde ha pasado a la Historia de la Literatura por lo que escribió; y a la Historia por crear el personaje que inventó, y que bien caro pagó«. Necesitamos más Wildes y menos malasombras

Por supuesto, la señora dio media vuelta y se marchó.

La amabilidad vallisoletana

No puedo terminar por citar a una persona con quien me encontré en el camino. No hay nada como salir de la ‘burbuja’ cotidiana como para entender las buenas gentes que nos rodean, en cualquier lugar. Las hay, y muchas, en Tierras de Castilla.

De seguro no leerá estas palabras aquel hombre con quien ‘tropecé’, tras aparcar el coche -eludiendo la ORA municipal-, e ir cargado con mi maleta de ruedas repleta de ejemplares de la novela. Sabía que no andaba lejos de la Plaza Mayor, pero nunca había estado por esos andurriales.

Cuando comenzaba el camino casi nos topamos en esa convergencia que, a veces sucede, de forma inesperada entre viandantes. Yo voy para allá, tu vienes por acá. «Perdone, voy bien por aquí a la Plaza Mayor, ¿verdad? –le pregunté.
Lucía una gorra deportiva, de peor marca que sus sus setenta y pico bien cumplidos. Con paso decidido, se me acercó y me respondió: «No se preocupe estamos a doce minutos. Voy a Correos, que está allí. Si quiere vamos juntos». Y así fue que comenzamos el camino, hasta la Plaza Mayor, y me puso al día de la actualidad de la ciudad, de la polémica por los carriles bus y bicicleta. Comentamos aspectos diversos de la cotidianeidad de las urbes. De dónde venía, a qué venía… Llegamos a correos y, nos despedimos, dejándome ese primer regusto que te deja la buena suerte de encontrarte en el lugar adecuado, con las personas idóneas.