Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia Historia. Lo interesante del asunto es saber contárnosla a nosotros mismos. La vuelta de rosca es saber contársela a los demás… Eso ya es la ‘repera’. Pocos lo logran, según tengo entendido. Por lo que a mi respecta, con la edad, cada vez me entiendo mejor en mi mismidad, no sé si los demás estarán de acuerdo, si ellos/as me entienden. Así lo espero.
Recuerdo ahora cuando mi padre me llamaba ‘intelectual’ para meterse conmigo (No sé si sabes el inicio del término, el Caso Dreyfuss, y tal). Y lo conseguía. Mira que lo quiero en el recuerdo y en la ausencia, pero ¡qué cabroncete era! De alguna forma, todo lo que haga en ese sentido -de la escritura- se lo regalo, se lo ofrezco porque, en el fondo, creo que era un reclamo, un desafío para que estudiara, para que consiguiera lo que él no pudo. Me jode no poder decirle: «papá, mira, esto que he hecho, que hemos hecho, mola, que no?»
Era pastelero, un blue collar. Así les decían a los obreros (Eso lo aprendí en la maldita Facultad de Políticas y Sociología), pero él, el pastelero, me llevaba a la Cuesta de Moyano, para comprar los libros que quisiera. Y me compró una grabadora, de cintas de casete, donde comencé a ponerle palabras a mis pensamientos. Y también bocatas de calamares en la Plaza Mayor de Madrid. Y me llevaba al cine, el del barrio, sesión doble. Fueron pocos días, el trabajo le tenía esclavo, sobre todo en festivos. Pero fueron grandes días, y los suficientes para no olvidarlos jamás.
Aún no sé porqué lo hacía, ¿por qué lo hizo? Sea como fuere construyó un pequeño monstruo que disfruta de esas minucias que son para mi desplegar las historias que están por contar. ¡Qué vida esta! Tenía que suceder y está sucediendo.
Da igual, yo se lo digo y él no sé si lo escuchará. Siempre he pensado que TODO ES POSIBLE, incluso lo que no seas capaz de imaginar, por eso escribo y escribo.
Pues eso. Feliz Navidad, Navidad Feliz… Aunque no toque…
También para ti, papá, que te fuiste demasiado pronto.
Pd.: A este guion, o como le queramos llamar, se le debe mucho a Albert Camus. En 1998 compré «El Revés y el Derecho». Me pasaba a menudo, cuando leía algo que me subyugaba, en el caso «El Extranjero», no podía dejar de leer todo lo que aquel escribiera. Y Camus es lo que necesitamos, en tantos casos, y fue lo que inspiró esto. Eso sí, ¡sin copiar! 😀
Me gusto mucho, gracias por compartir, Sofía.
Gracias a ti Sofía, por comentar. Feliz año. Año feliz.